LA SANGRE

Nuestro “humor circulatorio”, -como se le denominaba hace ya un par de miles de años en Grecia-, es el símbolo referente de la Vida, como muestra universal de creación, de atención y de peligro a veces.
“Aquí va a haber sangre…” dice la frase de aquel que ya se enojó y va dispuesto a pelear. “Eres mi sangre…” cuando fraternalmente se le quiere decir a un entrañable amigo que más allá de lazos familiares formales, hay un gran vínculo de cariño y respeto. “Sangre de mi sangre”… los hijos.
Como elemento fundamental de la Vida, la sangre en su estructura bioquímica es sumamente compleja, ya que es percibida como líquida, pero también es considerada como un tejido conjuntivo (que une) por la estrecha relación que tiene con todas y cada una de las células de nuestro cuerpo en los diversos sistemas. Aparte con el oxígeno, el aporte de nutrientes, su grado de pureza y nivel de alcalinidad y acidez.
Esta complejidad de su desarrollo evolutivo no queda ahí, ya que los tipos sanguíneos conocidos son una especie de adaptaciones a las circunstancias que el hombre ha ido desarrollando y creando al modificar el medio ambiente, y es en gran medida consecuencia de las modificaciones en los hábitos de alimentación.
¡OJO!
NO ES CASUALIDAD TENER EL TIPO DE SANGRE QUE TIENES

Los grupos sanguíneos (O, A, B, AB) son muestra de la adaptabilidad bioquímica que ha desarrollado el Ser Humano y que nos informa sobre la sensibilidad que tiene la sangre hacia las “LECTINAS” (cierto tipo de proteínas en alimentos) para generar o no aglutinamientos (tipo coagulaciones) que se traducen finalmente en padecimientos de distinto orden. A grosso modo se pueden dividir así:
Sangre tipo “O” es la más antigua y puede considerarse como el carnívoro por naturaleza, pero sin el consumo de lácteos ni cereales.
Sangre tipo “A” surge raíz del asentamiento y manejo de granja y agricultura. Por lo tanto es la más necesitada de llevar un estilo de vida vegetariano, con muy poca proteína animal.
Sangre tipo “B”, demanda lo mejor de ambas posiciones. La proteína animal más selecta, magra y de excelente crianza, y un aporte de frutas y verduras copioso.
Sangre tipo “AB”, es la sangre más “joven” con 2 a 3 mil años de antigüedad y es sin duda una adaptabilidad reciente a los cambios y modificaciones en la dieta, sobre todo a la globalización que se ha dado en la regionalización de los insumos que se producen mundialmente.
TIPS:
Asegúrate de saber de manera certera tu grupo sanguíneo.
Considera que somos seres que traemos mucha información genéticamente desarrollada por milenios y que romper esa armonía es lo que puede dar entrada a condiciones no favorables de salud.
Ningún grupo sanguíneo es totalmente restrictivo a cierto tipo de alimentos, tomarlo en cuenta es simplemente una “ecualización” que se hace para optimizar lo que comemos y que se adapte a nuestras capacidades.
No es no comer carne por no comerla, sino es saber qué tipo de carne te va mejor.
No es solo ser vegetariano por serlo, porque teniendo sangre tipo O, si hay necesidad bioquímica de proteína animal.
Aún siendo tipo O, no toda la carne es benéfica. Queda excluido el puerco y el pollo, así como el 85% de lácteos.
Siendo B, no es que se pueda comer “de todo”, sino que hay que ser muy selecto, y no hacer combinaciones indigestas.
Y así muchas consideraciones más.
Llena tu registro aquí, y haz un programa de #59Días en donde descubrirás todas estas modificaciones que optimizarán tu salud.
No porque estés enfermo, sino porque puedes estar mucho mejor.