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SER TRAGÓN o De limpios y tragones... (2)


Así como excederse en la limpieza, sin considerar condiciones ambientales, puede ser contraproducente, siempre se ha sabido que el exceso de comida al alimentarnos es un mal hábito.

Comer hasta llenarse es una manera de percibir el haber comido bien. Es la típica expresión para señalar que hemos atendido al hambre, y por tanto, a lo que sigue. “Ya me llené…”, “Vengo bien lleno…”, y que derivan al “comí como puerco…”, “no comí, tragué…”, y en conjunto el “nos dimos un atracón” es parte de haber disfrutado más que plenamente una velada o reunión con amigos. Entre otras expresiones más, pero que remiten a la cantidad, en exceso, que se disfrutó en un momento determinado, y de un sentón regularmente.

Ya sabemos en qué repercute finalmente esto, y no es el tema central de esta entrada, pero hay que nombrarlo: Obesidad, inflamación general, cansancio, colitis, gastritis, reflujo, falta de concentración, y el conocidísimo “Mal del puerco”, entre otros también.

En esta ocasión abordamos el coloquial tema, para señalar, que con el simple hecho de lograr mesura en las cantidades de alimento que ingerimos, se da un paso muy importante en la salud gástrica, y que obviamente impacta a nivel general.

El estómago (y todo el sistema) requieren espacio por la motilidad que se genera al tener alimento en algún lugar del tracto. Si lo visualizamos como una simple manguera, se entiende que tiene un tope de llenado, y tal cual una manguera, que si la llenamos al máximo, sería imposible doblarla, o enrollarla. En el caso del estómago, como primer espacio receptor de alimentos, al saturarlo de comida, en lugar de iniciar una digestión plena, sana, dinámica, y llena de los “jugos” o ácidos suficientes, sucede lo contrario, se paraliza, se detiene, para solo distenderse o estirarse y lograr mayor capacidad. La señal que damos no es la de requerir una buena digestión, simplemente es la de generar más y más espacio.

Y desafortunadamente, el estómago obedece. Sus capas que lo forman, entre ellas una muscular, tiende a estirarse paulatinamente por la necesidad de espacio, y a la vez, también genera la demanda de esa cantidad de alimento capaz de recibir.

OJO: Si tratáramos también los factores emocionales, origen de estos hábitos, realmente se pensaría que planteamos el tema de forma muy somera, ya que la suma de los factores psicológicos, más la excesiva oferta comercial detonan en consumo desmedido. Como siempre, tratamos el tema de forma dinámica y coloquial para no aburrir con datos técnicos o “científicos” –que los hay-, creemos más importante el ejercicio de visualizarlo.

Todo tiende a agrandar las porciones, y el ejemplo clásico son las opciones “Maxi”, “Plus”, “Extra”, “Combo”, “Súper”… que siempre presenta la comida chatarra para dar más cantidad de refresco o papás ¿con qué fin?.

Obvio es un “gancho” mercadológico comercial. En realidad el costo del “extra” ya está contemplado en el precio inicial del paquete. Y literalmente solo te sacan un “extra” más a ti, y si recuerdas bien, (haz el ejercicio de memoria) ese extra, maxi, plus, o lo que sea, casi siempre es lo que dejas. Sea en el refresco, en las papas, pizza, nugget, o lo que sea, un 90% de las veces se termina tirando, pero si te lo comes hasta el final, ¿quién sabe qué será peor?

El asunto importante aquí es que el mal hábito se centra en el “¡QUIERO MÁS!” y que encuentra respuesta en la oferta general. Sin piedad.

Ya si este “quiero más” viene por factores emocionales es otro tema. Muy respetable, y sobre todo atendible. Pero hay que partir del hecho de que uno de los principales estímulos es siempre la oferta, y ahí te van los clásicos:

“¿Otra rebanadita?... ¿otro taquito?... ¿algo más de beber joven?... ¿te sirvo más?...”

Y los peores… “¡Te acabas todo o no sales!… Solo dale otra mordida… Cómete solo el jamón… Estás muy flaca, ¡come más!...” Obvio entre otros.

Comer más, no es comer mejor. Reconocer que se come también por “llenar vacíos” emocionales es un paso importantísimo y entender que esos espacios se llenan de otra manera, mas no comiendo, (y atenderlos es crucial) porque siendo intangibles, JAMÁS SE VAN A LLENAR, y ahí comienza el meollo del asunto.

¿Qué proponemos? Haz #Detox59Días, como un esfuerzo de comenzar el control de las cantidades, pero con alimentación consciente. Una razón importante por la que la gente busca llenarse, es porque la comida que consume no tiene alimento, y por lógica, el cuerpo demanda más. Cuando haces un programa de alimentación consciente, y los insumos son naturales, enzimáticos, puros y de calidad, es un hecho que vas requiriendo menos cantidad para “llenarte”, obvio en relación a la comida que no alimenta, ya que siempre habrá un mínimo y un máximo.

Sin duda un tema del día a día son las cantidades o porciones para la comida. Aquí presentamos, de inicio que el llenado al máximo no es signo de buena alimentación Y HAY QUE EVITARLO SIEMPRE.

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